Es un simulador de caída libre, que permite disfrutar a las personas de la sensación de saltar de un avión a cuatro mil metros de altura sin ningún tipo de riesgo.
El Túnel de Viento de Empuriabrava es tecnología puntera y adapta la velocidad del aire en todo tipo de público.
Lo más llamativo de la instalación es su cilindro de vidrio que tiene un diámetro de 4,30 metros y una altura de 5,85 metros. Su transparencia no sólo proporciona unas vistas inmejorables del entorno natural a los saltadores, sino que también es un guiño a los acompañantes que quieran fotografiar el momento y permite a los futuros saltadores observar cómo practican los demás.
El tubo eficiente llega a 16 metros de altura (en un edificio que tiene 23,40 metros). El vidrio del tubo tiene 3,5 centímetros de grosor y, al igual que el resto de la instalación, se rige por unas normas de seguridad muy estrictas. Los cristales laminados y presurizados son similares a los coches. Si hay fragmentación, no caen ni dañan al usuario.
La sala previa al salto está presurizada. Su techo de hormigón presenta agujeros para que no haya tanta diferencia de presión con el tubo y así el vidrio no se fracture.
El viento puede alcanzar una velocidad máxima de 300 kilómetros por hora. Sin embargo, los motores eléctricos programan su velocidad en función del nivel del usuario. La aceleración de 0 a 290 kilómetros por hora se consigue en sólo 10 segundos.
Los cambios en la velocidad del viento dentro del tubo deben ser muy rápidos porque después de un saltador principiante puede venir otro avanzado que requiera condiciones diferentes. Por ejemplo, una persona que pese 55 kilos necesita aproximadamente una velocidad del viento de 160 kilómetros por hora, pero después de esta puede saltar otra profesional que necesite 230 kilómetros por hora.
Sin ningún tipo de problema, la instalación adapta su velocidad en muy pocos segundos pasando de los 160 kilómetros por hora a los 230 kilómetros por hora, en un intervalo que va de los 2 segundos y medio a los 3.
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